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Felipe Talo

CUERDA Y CORAZÓN             

CAPITULO 1 – ELOEM

Humpty Dumpty sat on a wall.

Humpty Dumpty had a great fall.

All the king’s horses and all the king’s men,

Couldn’t put Humpty together again.

Existen varias historias en diferentes culturas que narran como los primeros hombres vivieron cierto tiempo en el interior de las entrañas. En un lugar telúrico como es Eloem, al cual se llega a través de un océano solo penetrable por el umbral de la conciencia.

La comparación de órganos como tripas, entrañas, sustancias o fluidos a regiones cósmicas aparece en la mayoría de culturas antiguas y en los ritos que implican un regreso a los orígenes. Algunos de estos tenían que ver con ser engullido por un monstruo para tratar el tema de la muerte y la resurrección simbólica. 

Este tipo de monstruos gigantes solían vivir en el océano, como las ballenas.  Penetrar en el vientre de uno de ellos adquiría un valor psíquico, que significaba un descenso en cuyas entrañas ocurría una desintegración de la personalidad, y aparecían una serie de equivalencias entre muerte, caos y locura que se correspondían a la creación, el entendimiento y la conciencia.

Eloem es este lugar subterráneo con un olor fuerte a carne y fluidos de ballena, un olor que la civilización ha ido ocultando y que revela que el ser humano no soporta la descomposición de la forma, el nacimiento de lo informe y de todo aquello que escapa de nuestro control.

Lou Andrea Salomé decía que todos guardamos la nostalgia de la unidad primera del yo y del mundo, su perfume continúa flotando entre nosotros y soñamos oscuramente con olerlo de nuevo, pero nuestro sentido del olfato se encuentra atrofiado por la cultura. Sin duda alguna estas profundidades del pasado más antiguo y más animal del hombre contienen una presencia agonizante en un mundo tan civilizado como en el que vivimos, donde es difícil recobrar su poder orgánico.

Hay veces que hay que convertirse en el trapero de la memoria como hace Felipe Talo para recoger despojos sin miedo a ensuciarse y penetrar en la dimensión donde sobrevive el pasado. Para iniciar así un viaje a Eloem que el artista comienza a partir de un pequeño cuadro de luto, hecho con cabellos, que está desde el siglo XIX en la casa familiar.

Este tipo de cuadros, de moda en la época victoriana como si fueran reliquias profanas, estaban realizados con cabello del difunto que se integraba dentro de la composición. Normalmente este tipo de objetos y manifestaciones estéticas están dotados de una carga psíquica y emocional relacionada con la desgracia, con la ausencia y con la muerte. Son objetos que utilizan restos orgánicos de lenta putrefacción, como huesos, dientes o pelo que adquieren un valor mágico porque portan una presencia que permite mantener latente el cuerpo al que sustituyen.

Son numerosos los ritos mortuorios, pero es el entierro el más significativo de todos, el rito de paso por antonomasia y supone un cambio de estado absoluto. El viaje al inframundo desde la antigüedad pasando por La divina comedia o El corazón de las tinieblas, es un mito importante para situar al hombre y enfrentarse a su propia existencia.

Estamos ante el inicio de un viaje oscuro que Felipe Talo nos presenta en un relato autobiográfico que es pintura concebida como un fenómeno perturbador, en donde se encarnan diferentes personajes del pasado en la superficie del cuadro, pero también en sus profundidades. Estos personajes que aparecen no son tan diferentes unos de otros, semejantes a sus descendientes se hacen escuchar en una inquietante similitud psíquica y anacrónica, capaces de revelar la carne oculta de una serie de afinidades y de restos orgánicos.

Es importante ser conscientes de la compleja temporalidad a la hora de reconstruir una historia, de lo inestable que es el recuerdo, con sus diferentes ritmos y pálpitos que resurgen como torbellinos capaces de desestabilizar cualquier tipo de relato lineal. La memoria tiene su propio tiempo caprichoso y desparejo que rompe la cronología de una narración para componerla fragmentada. Mostrando imágenes que surgen rasgadas y muchas veces resistentes a ser interpretadas.

En esta exposición se muestra una única pieza pictórica, intensa y compleja en los diferentes tiempos que operan en ella, en su composición, en donde no se oculta nada. Realizada a través de un proceso de fragmentación y montaje en donde se juega a través de cuadros desgarrados y unidos que convierten el lienzo en una experiencia de encarnación. Compuesta por restos informes, roñosos, materiales orgánicos, pastosos, grasosos, porque la pintura es como la mierda, se tiene que oler no explicar tal y como decía Paul Cezanne.

Para enfrentarnos al primer capítulo de Cuerda y corazón es necesario dejarnos llevar por su complejidad de ritmos y contra ritmos, de intuiciones, de ausencias y encarnaciones, de desgarros y torbellinos, de olores, fluidos y pelos. Dejarnos llevar por un relato inacabado, siempre dispuesto a recomenzar transformado en otra forma. Porque cada nuevo personaje, cada dato, cada pelo, nos reconduce siempre al origen, a Eloem.

Pilar Soler Montes

Comisaria del proyecto